martes, 5 de julio de 2011

La pasividad es otra forma de violación

Hace unos días murió un gran amigo. Lluís Alba tenía 54 años y una gran "carrera" a sus espaldas. Ya de muy joven la diabetes comenzó a hacer mella en él. Sus riñones, las sesiones de diálisis hasta el transplante, la pérdida de una pierna,… la ceguera. El deterioro de su corazón… hasta que dejó de funcionar en un plácido sueño de la noche del viernes.
Lluís era una persona maravillosa. Siempre con una sonrisa en los labios. Siempre con una sonrisa en sus palabras y en sus textos. Hombre vital. Optimista convencido y de una dignidad personal sin cura. Lluís era un buen amigo. Un gran amigo. Una persona que me acompañó en estos últimos 8 años y cuya compañía quiero sentir y recordar hasta el final de mis días.
Lluís estaba especialmente contento estos últimos días. Había tramitado la solicitud del servicio de AP (Asistente Personal) para que le ayudara en su vida y desplazamientos diarios. Una persona que pudiera hacer en su vivienda lo que él no podía hacer. Una persona de la que poderse coger de su brazo para acompañarle al médico, a comprar y todas esas cosas que los mortales debemos hacer. Una persona como la que él tenía que contratar y pagarle de su bolsillo hasta entonces. Un bolsillo pequeño teniendo en cuenta la pensión que cobraba.
Y le dieron esa ayuda. Por fin se la concedieron. Estaba contento. Años y años que había solicitado ayuda sin éxito. Ni la Organización de Ciegos ni las distintas administraciones le daban ninguna ayuda. Pero finalmente lo logró.
Pero a Lluís esa ayuda, ese DERECHO, le duró un mes. Después de tantos años esa ayuda le duró 30 días.
Nadie es culpable de la frágil salud de Lluís pero sí de negarle su derecho a una vida autónoma y participativa en la sociedad. A la igualdad de oportunidades. La sociedad es más que una palabra. La sociedad la formamos personas. De una a una. La señora del tercero. La farmacéutica de la esquina. El abuelo de la plaza. Todos la formamos y todos tenemos unos derechos. Lluís los tenía, pero le fueron secuestrados muchos años.
Así pues, en su memoria quiero manifestar aquí que la pasividad de las Administraciones y su inoperancia es una flagrante VIOLACIÓN de los Derechos Humanos (Convención de los DDHH de la ONU 2006) de la personas con Diversidad Funcional (discapacidad). Ahí está esa lista interminable de personas que esperan esa ayuda que, por derecho, les corresponde. Se comprende que cuanto más tarde se den esas ayudas, más económicas les resultan a las Administraciones. Es un atentado a la vida y a la dignidad de las personas.

Martí Ballada

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