sábado, 19 de mayo de 2012

Si me quitas la plaza, quédate con mi discapacidad

Las últimas medidas tomadas por nuestros gobernantes son el reflejo de una ideología que está destapándose sin ningún tipo de rubor. No es un recorte económico es una segada ideológica: si me quitas la plaza, quédate con mi discapacidad.
En las últimas décadas, gracias a la lucha de personas y colectivos comprometidos con un sinfín de causas justas (derechos civiles, libertad de las mujeres, derechos de homosexuales y transexuales, personas con diversidad funcional, e incluso gente joven y mayores, por citar algunas), hemos ido consiguiendo que, lo que antes era visto como un impedimento o una limitación para vivir en las mismas condiciones que el resto de la humanidad, poco a poco se vaya convirtiendo en algo "normal", en una sociedad que tiene más bien poco de normal y se acerca, a pasos agigantados, a lo que alguno ya denominan "sociedad post-normal".
Lo que ha sucedido es que se han ido consagrando grandes conquistas sociales en forma de derechos que no hacen más feliz a las personas que antes vivían en una clara oscuridad, sino que hacen una sociedad más justa y equilibrada.
Pues bien, ahora todo esto empieza a tambalearse. Esos derechos ganados a pulso están siendo recortados no por motivos económicos sino por razones ideológicas.
Por supuesto, la situación económica no es muy bollante, pero no estamos lejos de otros momentos históricos, cuando las expectativas de cambio social (como en la transición postfranquista) daban paso a movimientos progresistas que querían dilapidar el pasado oscuro.
Ahora las cosas son radicalmente distintas. Hay que recortar los privilegios que algunos disfrutan. Esta es la consigna. Y no nos creamos que esos privilegios se refieren a la desmesurada opulencia de unos pocos. Es algo más sencillo. Se trata de recortar las parcas prestaciones sociales que los poderes públicos habían empezado a crear hace unos pocos años.
Ese es el trasfondo ideológico del asunto. Se trata de convertir en "privilegio" lo que hemos reivindicado durante años por "derecho". Y esta ola retrógrada se está instalando en todas las capas sociales.
Para mucha gente empieza a calar la idea de que algunas prestaciones son un privilegio que no nos podemos permitir, tanto la del asistente personal para personas con gran dependencia, como la de plaza de aparcamiento para personas con limitaciones de movilidad.
Y menos aún en momento de crisis, una crisis que no ofrece distinciones, salvo con los banqueros y sus amistades.
"Si me quitas el derecho, quédate con mi discapacidad" 

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